miércoles, 4 de noviembre de 2015

Sin perdón la familia no se sostiene

El rencor, resentimientos, la queja, todo ello agrieta la relación, se entra en una dinámica de registro de faltas, donde salimos perdiendo todos. Es más fácil ver donde falla el otro que donde fallamos nosotros, queremos que nos perdonen y olviden nuestras faltas pero que el otro nos pida perdón mil veces por la suya y se comprometa a rectificar. ¿Pero que estamos haciendo? Amar es perdonar, tenemos que saber que somos imperfectos y por mucho que nos esforcemos, tenemos puntos débiles. Así  también, el otro se equivoca, el marido, la mujer, los hijos, los padres. Está claro que hay faltas más graves que otras pero también sabemos que nadie nos falla con el propósito de hacernos sufrir u ofender sino que esto es la consecuencia. ¿Amo lo suficiente como para perdonar y frenar mi orgullo? ¿Espero que me amen tanto como para ser aceptada con mis defectos y debilidades? Os invito a la reflexión y a perdonar. 
Para complemento os envío unas palabras del Papa Francisco quien ha hablado repetidamente del perdón familiar. 
https://www.facebook.com/Aleteiaes/posts/905977629457890

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